martes, 21 de mayo de 2019

Ea-Bázagorth, El que se Retuerce en las Profundidades

Grande es el padre del agua y sus criaturas. Bajo ellas desplaza las olas e invoca las tormentas, y nada está oculto a la mirada de sus muchos ojos.

[Valores de juego (donde sean aplicables)]

Alineamiento: Caótico Neutral
Dominios: Agua, Caos, Clima, Conocimiento, Vacío
Subdominios: Océanos, Restos de Naufragios, Entropía, Tormentas, Recuerdos, Aislamiento
Arma Predilecta: Espolón (lanza)
Símbolo Sagrado: Tentáculos retorciéndose rodeando un ojo inhumano
Lugares de Adoración: Barcos, pueblos pesqueros, ruinas costeras, Innskos.

Poco se conoce sobre Ea-Bázagorth, la deidad del mar. Quienes afirman haber hablado con sus escasos siervos —o los locos que aseguran haberlo visto entre delirios— afirman que tiene la forma de una criatura marina titánica, un desordenado cruce entre kraken y anguila con infinidad de tentáculos y ojos repartidos por un cuerpo de kilómetros de longitud. Ea-Bázagorth es una deidad largo tiempo olvidada por los habitantes del interior, pero muchos de quienes hacen su vida en las costas o en el mar han oído hablar de ella o le dedican sus plegarias y agradecimientos sin ser conscientes, pues las grandes masas de agua son su territorio y las criaturas que allí viven son sus propias hijas.

Hay poco material escrito sobre Ea, y la gran mayoría de este suele perderse con frecuencia debido al deterioro que sufren los materiales de escritura en las proximidades inmediatas del mar. Sin embargo, alguna vez se han hallado escritos encuadernados con piel de dudosa procedencia en barcos fantasma que quedaron abandonados y a la deriva después de atravesar alguna tormenta o en restos de naufragios que consiguen recuperarse del fondo del mar. De estos pocos libros proceden las leyendas sobre Ea.

Se dice que Ea existe desde antes de que el mundo fuera mundo, que vino de más allá de la noche eterna. El agua, que entonces no existía, emanó de los poros de su cuerpo sumergiendo toda la Tierra y al él mismo antes de que existiera el propio Sol. Allí ha permanecido desde entonces, siempre observando y moviéndose a través del lecho marino. Esto no es metafísico, sus siervos afirman que Ea habita realmente bajo la superficie marina y que su salida a la superficie es causa de grandes catástrofes. Se le atribuyen las mareas, que causa al moverse en las profundidades, y los vientos y las tormentas, pues el aire se mueve en respuesta al movimiento del agua y los relámpagos son consecuencia de una extraña energía que emana de su cuerpo a través del agua y se manifiesta de esa forma en el cielo.

Todas las criaturas acuáticas que han existido a lo largo de todas las épocas son trozos de Ea que se han desprendido de su cuerpo y han cobrado vida en el agua, por lo que son sagradas para los clérigos al igual que la propia arena, que no es más que restos de crustáceos y moluscos triturados por la acción del mar. De hecho no es extraño que los devotos de Ea lleven consigo un saco lleno de arena húmeda y agua de mar en sus viajes para estar en contacto con su dios, y más si estos le llevan hacia las tierras del interior.

Los dos aspectos constantes en las descripciones de la deidad son los ojos y los tentáculos. Se dice que pueblan todo su cuerpo y en un número tan elevado que es imposible contarlos. Con estos órganos, Ea abraza el mundo y puede observar todo desde cualquier distancia, por lo que no hay nada que le sea oculto. Es el señor del conocimiento escondido y tanto las criaturas acuáticas como la arena y la propia agua (incluso la de la lluvia y las nubes) contienen retazos de este conocimiento. Es por ello que muchos de sus clérigos son adeptos en adivinación por medio de las tormentas, las nubes, el agua o los restos de animales acuáticos; estas formas de adivinación han sido la causa de rumores sobre la poca cordura de los siervos de Ea, que afirman oír susurros en las caracolas al pegarlas a sus oídos, poder comunicarse con los cangrejos o consultar el futuro en las escamas de peces abiertos en canal, leyéndolos como si fueran libros. Para los siervos de Ea además son sagrados y se puede adivinar en los barcos fantasma, los naufragios y los pueblos costeros en ruinas, pues han sido tocados por él.

El atuendo ceremonial de los clérigos de Ea es una túnica parda oscura que debe llevar más de un año sumergida en el mar antes de poder utilizarse por primera vez.

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