lunes, 26 de noviembre de 2012

La rabieta del día

Hace tan solo un par de horas un amigo me comentó que me dejara de tonterías y actualizara de una vez el blog. Pues bien, el momento llegó a la fuerza. Andaba pensando alguna cosa para publicar (al margen de la entrada del Carrusel de este mes, que llegará en poco) cuando, al llegar a mi casa, me encontré con un caldo de cultivo ideal para escribir, y nunca mejor dicho. Les pongo en situación:

Vivo en una casa terrera perteneciente a una pequeña urbanización. Todas las casas se componen, individualmente, de una entrada al aire libre separada de la calle por una verja metálica. Hoy llegué a mi casa a eso de las 21:00. Los lectores de Gran Canaria seguramente ya lo sepan, pero aclaro de todas formas que la isla se hallaba hoy en alerta por un temporal que, aunque nada grave, descargó bastante lluvia durante la tarde y la noche. Creo que lo peor de todo ese episodio lluvioso me pilló mientras iba de la parada de guaguas hasta mi casa, porque me empapé completamente.

Sin embargo, no es eso lo que me enfadó (de hecho, me divirtió haberme empapado tanto, para las pocas veces que llueve por aquí). Lo que me cabreó de verdad al llegar fue ver, ya empapado por la lluvia, un paquete de correos de cartón destinado a mí desde NSR Ediciones. Se trataba del ejemplar de Asturies Medievalia que estaba esperando.

Como sucede con todas las entregas de correos, me figuro que el repartidor intentó la entrega por la mañana y, viendo que nadie contestaba (si es que realmente llamó a la puerta), decidió simplemente tirar el libro por encima de la verja metálica de la entrada y marcharse. Y se quedó tan ancho.

Aquí van unas fotos del estropicio. Huelga decir que el cartón prácticamente se me deshizo en las manos cuando lo recogí del suelo:





Afortunadamente el libro venía bien precintado, por lo que no llegó a mojarse. Sin embargo y como se puede ver en la última foto, las páginas muestran una ondulación bastante acusada producto de la extrema humedad a la que se vieron expuestas. Aún está por ver si el encolado ha sufrido algún desperfecto y no termino quedándome con las tapas en la mano tras las primeras lecturas.

Y resulta que esto no es la primera vez que me pasa, es más, está pasando mucho más últimamente. Los repartidores en lugar de dejar un aviso, como supongo que debe ser normal, optan por tirar el paquete y dejarlo a la intemperie hasta que el dueño lo vea y lo recoja.

Se me ocurren un montón de motivos por lo que este tipo de "entregas" debería estar prohibido. Para empezar, porque esto que están haciendo los repartidores ni siquiera es una entrega. El hecho de entregar un paquete conlleva asegurarse de que el destinatario lo recibe, y no dejarlo tirado prácticamente en medio de la calle, a la vista de cualquiera, esperando a que este se dé cuenta de que está ahí... porque en mi caso y con las prisas hasta podría haber pasado por alto el paquete, pues me estaba mojando muchísimo por la lluvia, y no haberlo recogido hasta el día siguiente, con las consecuencias que eso habría tenido en el libro.

Ya uno de esos motivos ha quedado patente, pues el libro se pegó en medio del pasillo al aire libre prácticamente doce horas y le cayó toda una tormenta encima que, por cierto, aún no ha parado. Si llega a ser de segunda mano o simplemente no hubiera llevado precinto por alguna otra razón el libro ahora mismo estaría completamente destrozado. Alguien con mala idea que pasara delante de mi casa y viera el paquete podría optar por saltar la verja y llevárselo, o simplemente yo podría estar quedándome fuera y no recoger el paquete hasta días después, aumentando las probabilidades de que ocurran cosas como esta.

La pregunta para cerrar el artículo es, ¿Es esto denunciable? ¿A quién en concreto debo exigir explicaciones como particular? ¿Pueden los responsables del otro extremo del pedido (en este caso NSR Ediciones aunque, como ya he dicho, me ha pasado con otros) ayudar dando un toque de atención al servicio de reparto para que no se repita este comportamiento tan negligente?