lunes, 20 de agosto de 2012

[Carrusel Bloguero] ¿Nos volvemos intransigentes con laedad?

Esta entrada pertenece al Carrusel Bloguero de Juegos de Rol del mes de Agosto, que corre a cargo de la plataforma El Rol de Siempre Online. La información y las normas para participar en el carrusel pueden encontrarse aquí.

El tema que nos ocupa este mes es la veteranía en los jugadores de rol, uno de los más interesantes y que ya está dando para multitud de entradas, abordando cada una de ellas diferentes aspectos desde esa perspectiva común. Yo no creo que pueda considerarme un veterano en comparación a la mayoría de aficionados (en este momento tengo 23 años y, aunque mi primera partida de rol fue con 11, empecé a jugar regularmente unos cuatro años más tarde) pero aun así considero que he jugado mucho y a varios juegos distintos y puedo aportar mi granito de arena desde esa experiencia.

Lo que quiero explorar hoy rondaba mi cabeza desde hacía bastante tiempo, y ciertos hechos sumados a esta ocasión han hecho que me decida a tratarlo por fin y ver qué opinan quienes me leen... sin embargo, he de confesar que no estoy seguro de cómo enfocarlo, creo que es algo delicado y temo que quizá pueda tocar alguna fibra sensible, ya que yo mismo escribo esto por una razón, o tener un efecto contrario a lo que deseo en los lectores y jugadores habituales. De todas formas no quiero dejar de expresar mi pequeña inquietud, así que improvisaré y esperaré opiniones y testimonios a este respecto.

¿Nos volvemos intransigentes con la edad?

En mi grupo de amigos, y por tanto en las mesas de juego que frecuento, no solemos cortarnos a la hora de tratar determinados temas de forma más o menos explícita, llegando quizá, desde otros puntos de vista, a frivolizar. Hablamos de estas cosas tal y como son, sin tapujos de ningún tipo, o eso creemos nosotros.

Esto también se aplica en las partidas de rol, donde podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad (ojo, no hablo de la descriptiva, nuestras partidas no son películas gore ni mucho menos) inventando historias que hacen uso de aspectos con fuerte carga dramática como pueden ser ciertas situaciones personales o sociales, los accidentes y enfermedades graves o la muerte. Sin embargo...

¿Qué ocurre cuando, al ir creciendo, estas cosas nos ocurren a nosotros o a nuestro entorno cercano en la cruda realidad?

¿Pueden los espectadores de estas experiencias, y por extensión quienes saben de la suerte de estos individuos, frivolizar nuevamente sobre los temas que les han marcado y tratarlo en una partida de rol como si nada hubiera pasado? ¿Coarta esto nuestra capacidad para expresarnos, interpretar o contar historias? Obviamente me refiero a una vez pasado un tiempo en el que se haya mitigado el impacto de la vivencia, pero aún queda ver si estos hechos han impregnado para siempre nuestro discurso, nuestra narrativa y nuestra forma de pensar.

Pongamos por ejemplo que mi padre, una persona muy importante para mí, muriera de un cáncer muy agresivo después de varios meses de lucha. En algún momento volveré a mi afición de jugar partidas de rol con mis colegas, que saben lo que ha ocurrido, pero si en ese entorno es la primera vez que sucede algo así puede que cambien algunas cosas: 

¿Podrá alguien que me dirigiera una partida introducir este mismo hecho en alguna trama como lo hacía normalmente hasta que sucedió esto? ¿Reaccionarán los demás del mismo modo en que lo hubieran hecho anteriormente? Peor aún, si yo mismo introdujera esto, ¿La reacción de los demás y su interpretación sería la misma? En principio parece algo difícil de alcanzar. 

Del mismo modo, hablando por ejemplo de nuestras charlas habituales sobre clases de prestigio y demás aspectos de D&D... ¿Hablaremos nuevamente y de forma desenfadada sobre las dotes Quiste Madre (¡Un tumor que te da acceso a poderes!) o sobre la clase de prestigio Mágico del Cáncer ("¡Jajaja! ¡Un tipo que se va pudriendo poco a poco por la enfermedad, qué divertido!") sin provocar la más mínima incomodidad? ¿Jugaremos o dirigiremos con pies de plomo a partir de ahora por miedo a meter la pata?

Quizá el tiempo, la certeza de saber que siempre se ha hablado de esos temas o que siempre habrá alguien en peor situación que nosotros haga que las cosas vuelvan completamente a la normalidad. Bajo mi punto de vista eso es lo ideal, pero es el caso contrario el preocupante.

Esto es solo un ejemplo de los más graves, una de muchas experiencias que nos podrían impactar y cuyo concepto queramos enterrar a partir de entonces, lo que irremediablemente determinará la forma en la que nos enfrentemos a ellas de ahí en adelante mientras el resto frivoliza hasta que le toque.

Nos hacemos mayores y, de forma indivisible a este hecho, vivimos y acumulamos experiencias. Algunas agradables, y otras todo lo contrario. Las familias y otros grupos atraviesan problemas graves, los seres queridos mueren o quedan maltrechos por accidentes fatales y enfermedades insidiosas, y quienes viven estos episodios en primera fila, ya sea como espectador o incluso como protagonista, también quedan marcados durante el resto de sus vidas.

Tal vez sea por eso por lo que tengo la sensación de que nos volvemos intransigentes con el tiempo. La vida siempre es igual de cruda, y los que enterramos lo que no nos gusta somos nosotros. Creo que podemos cambiar esto. Enfocarlo de la misma forma de siempre sin perder por ello la madurez y sin que nos cambie a nosotros.

Muchos ánimos al que lo necesite y espero que les haya resultado interesante a todos.

¡Un saludo!